Ni fantasía ni autoayuda. La Distorsión del Amor no entra en ninguno de esos dos renglones en los estantes de una librería o en las palabras clave de un buscador digital. Todo lo contrario. La noción de hablar con claridad, precisión y respeto, bajo la que fue concebido el documento conduce al lector hacia una cuidadosa observación de todos los aspectos conscientes e inconscientes que deforman y corrompen la pureza del sentimiento Rey. “La verdad siempre está disponible para quien quiera encontrarse con ella”, recuerda la doctora Jiménez, al tiempo que el profesor, periodista, ensayista, poeta, y autor del sentido prólogo del libro, Joaquín Marta Sosa, reconoce que “una distorsión del amor ya no es amor”.

La obra es producto de la trayectoria clínica con pacientes, por casi cuatro décadas, con el propósito de abrir un nuevo espacio de debate y análisis sobre el vacío existencial que exacerba las relaciones inhumanas, bajo un supuesto halo de “lugar seguro”. Entender cuáles son esas fallas de origen y su razón de ser, posibilita una ruta aprendizaje, reconocimiento, responsabilidad y madurez, componentes fundamentales para sanar la identidad inicial perdida, invalidada por las profundas heridas que ocasiona vivir desde la presión del miedo al dolor.

Aunque los días ya no transcurren signados por la pandemia de la COVID-19, las consecuencias que han generado los últimos años de turbulencia mundial, en cuanto al cambio sobre la concepción del mundo, de la vida y, por ende, de la forma de identificarnos y vincularnos, representan retos inéditos para los terapeutas en cuanto a la intensificación del “modo de supervivencia aislada”, incluyendo la desconexión del propio ser. Es por ello, que La Distorsión del Amor, lejos de caducar, cobra aún más sentido y utilidad de cara a una era signada por la incertidumbre permanente. Ya a finales de 2016, momento del lanzamiento del libro, Marta Sosa supo vaticinarlo: “por vital, equilibrado, intelectualmente riguroso y abierto, será con el tiempo, tan o más pertinente y valioso de lo que es hoy”.

A lo largo de seis capítulos en los que se abordan las diferentes patologías que atacan al amor, desde el momento del nacimiento hasta la adultez, y con mención a casos ejemplo, Jiménez explica y analiza las estructuras de ignorancia y materialismo que requieren ser desmanteladas para mostrar el error que puede ser corregido; la realidad creada desde los diferentes tipos de miedo y en consecuencia, poco prometedora, a la hora de vincularnos con nosotros mismos y con el otro, que es factible de transformar en un contexto más armónico, gentil y bondadoso.

“La vida es imposible sin la oportunidad de vivirla dentro de la energía del amor”.

Bajo el foco de la mirada clínica y el esmero en presentar todo lo que no es amor, la autora se deslinda de la tentación de caer en la lucha por definir lo que en todo caso SÍ se considera amor, dependiendo de la aproximación y punto de vista. En este sentido, sus conclusiones se orientan hacia el ánimo y la esperanza que surgen de estar dispuesto a crecer en función a un entendimiento y hacerse consciente del mismo.

“Cuando te interpelas con la gran pregunta de si alguna vez has amado realmente: parejas, hijos, amigos, padres… la conclusión generalmente va a ser por la vía de que los has amado como se espera que los ames. Por eso el amor solo no basta. Necesitas trascender lo social para poder encontrar tu espacio en el amor, que además es distinto en todos los seres humanos. Se trata de ese amor mayor, que no tiene que ver con la pareja sino con la esencia humana y que, bajo la concepción de los estereotipos, queda completamente sepultado. Hace falta entonces, conseguir dentro sí un concepto verdaderamente universal del amor, que básicamente es el amor al prójimo y a ti mismo. Para lograrlo, se necesita consciencia, se necesita honestidad y la capacidad de abandonar el control, que es precisamente lo que genera la presencia del miedo en el amor. De ahí que el tránsito en esa búsqueda y enfrentamiento con la verdad se convierta en un tema absolutamente fascinante, porque sobre los vínculos humanos no se pueden dar recetas como si de una torta de chocolate se tratase. El amor sano es un asunto de aprendizaje en cuanto a trascender la imperfección en función de la diversidad. En ese proceso está absolutamente incluida la aceptación del otro, la negociación, el respeto a los acuerdos y a que las diferencias no me violenten. En el amor estás expuesto a ti mismo y a tu propia historia y el otro lo que hace es recordártela para que formes un yo verdadero, en vez de un yo ideal. Por tanto, el amor que implica que yo me pierda frente a lo que el otro espera de mí, no es un amor que conduzca a algo bueno para los involucrados. Al final de la vida, el amor propio compartido, es el viaje del héroe que vale la pena haber emprendido”.

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